Mi novia se ha mudado a casa. Tarde o temprano iba a suceder. Ninguno de los dos quería precipitarse con el paso porque los dos tenemos experiencia con estas cosas y sabemos que es un gran cambio, pero después de un tiempo consideramos que era el momento de arriesgarse un poco más. Al margen de otras circunstancias, los dos somos muy celosos con las cuestiones del hogar, nos gusta llevar la iniciativa y eso había que tenerlo en cuenta.
Mi casa está adaptada a mis gustos, como no podía ser de otra manera ya que es mía, pero ahora es diferente y asumo que voy a tener que ceder en muchas cosas. Carmen me ha dicho también que debe sentirse como si la casa fuera también suya, para sentirse a gusto y tiene toda la razón. En este sentido, ya ha empezado a sugerir algunos cambios. Por ejemplo, en relación con las cortinas. Y aunque yo, de primeras, soy un poco cabezota también es verdad que, al poco, cambio de opinión si se me demuestra que otra opción es mejor que la mía: no me cierro en banda.
Me dice mi novia que hay que cambiar todas las cortinas y que ella puede elaborar alguna cortina de hilos que se le da muy bien. Y bien que lo sé porque en su casa, donde estaba de alquiler, tenía dos cortinas de ese tipo, una en la cocina y otra en el despacho. Ella misma las había hecho porque es una de sus principales aficiones: el do it yourself con la decoración. Incluso tiene un canal de YouTube con bastantes suscriptores en el que enseña a hacer cosas de ese tipo para el hogar.
Al principio me opuse a lo de la cortina de hilos. Me daba la sensación que la casa podía cambiar un poco ese aire sobrio que a mí tanto me gusta. Pero entre que Carmen debe sentirse también a gusto y que se le da tan bien todo lo relacionado con la decoración he decidido esperar a ver cómo queda. Y seguro que quedará bien.