Como a cualquier persona no me gusta gastar sin ton ni son, pero si se trata del hogar sé por experiencia que lo barato puede salir caro. Recuerdo una reforma que hice en el baño hace un tiempo en la que me quedé con el presupuesto más barato y fue toda una hecatombe. Me obnubilé con el precio que me había dado aquel ‘profesional’ y no leí la letra pequeña. Y tuve que contratar después a un profesional de verdad para que arreglara el desaguisado.
Recientemente he hecho nuevas reformas en casa y esta vez ha sido el turno del salón en el que quería un aspecto más luminoso. Hasta ahora tenía la sensación de que no había podido sacar todo el partido a las ventanas y por eso decidí cambiarlas, además de cambiar también de persianas y estores.
Fue en esto último donde decidí apostar a caballo ganador: encargué estores a medida. ¿Y por qué a medida? Mi salón es bastante especial también en relación tanto al tamaño de las ventanas como a su posición. Soy una persona un poco obsesionada con la luz y cuando compré esta casa, una de las razones por las que me interesé fue por su gran iluminación. Con todo, desde hace tiempo notaba que, debido a la falta de unos estores adecuadas, estaba perdiendo una de las grandes cosas que tenía esta casa.
Contacté con unos expertos en estores a medida que me garantizaban que las piezas iban a quedar perfectas. Porque si te diseñan unos estores que cuadren a la perfección con las ventanas y con el ambiente lograrás el salón que estás buscando. Evidentemente estamos hablando de un servicio más caro que el tradicional, pero ahí es donde entra en juego el viejo dicho de lo barato sale caro, como en el baño: si te vale con cualquier cosa, muy bien, pero yo quería que el salón quedará perfecto, tal y como yo lo tenía en mente. Y esta era la única manera de conseguirlo. Y después de colocar los estores comprobé que estaba en lo cierto.