El otro día mi mujer echó cuentas sobre el dinero que gastamos mensualmente en el supermercado, lo que incluye alimentación, higiene, productos de limpieza y demás. La cifra nos asustó. Y es que hay personas que llevan un control muy estricto de sus compras en el súper. Nosotros no somos derrochadores pero tampoco somos de mirar demasiado lo que compramos. Llevamos una lista, pero a veces se cuelan algunas cosas extra. Supongo que lo que le pasa a casi todo el mundo.
Fue entonces cuando le dije a mi mujer que si me ponía era capaz de bajar 100 euros mensuales en la lista de nuestra compra. Fue un farol, lo dije sin pensar. Pero mi mujer dijo: “venga, adelante”. Y claro, ya no pude echarme atrás. ¿Cómo bajar tanto dinero en la compra, a unos 20 euros aproximadamente por cada vez que vamos al súper? Pues, bastante difícil.
Lo primero, sin duda, es diferenciar los productos imprescindibles de los caprichos. Y después analizar los imprescindibles para ver si se pueden sustituir por una marca más barata o por otro tipo similar más asequible. Pongamos de ejemplo la Leche semidesnatada sin lactosa Ecológica certificada. No es un producto barato, pero nos gusta, además de que por conciencia estamos apostando por diversos productos ecológicos que consideramos más sostenibles. Pero, ¿es compatible la sostenibilidad medioambiental con la sostenibilidad de la economía familiar? Buena pregunta.
Decidí hacer una experiencia piloto, solo durante un mes y después sacar conclusiones. El ejemplo de la leche lo seguí con otros productos. Cambiamos el pan de molde y los yogures “de marca” por productos de marca blanca hasta un 40% más baratos. Sustituimos algunos productos frescos por otros con parecido aporte de nutrientes.
¿Realmente merece la pena dejar de comprar Leche semidesnatada sin lactosa Ecológica certificada y el resto de productos para ahorrar? En estos momentos estamos en plena fase de cambio. Cuando termine el mes echaremos cuentas y veremos cuánto hemos ahorrado y si nuestra alimentación o nuestro bienestar han salido perdiendo considerablemente. Supongo que mirar un poco más el precio de lo que compramos no nos vendrá del todo mal a la larga.