Hace unos meses tuve que acompañar a uno de mis amigos hasta Zamora, ya que un compañero nuestro del instituto había tenido un accidente de coche y había fallecido. Para que no tuviese que ir solo no me costó acompañarle hasta allí, y nunca había estado en el Tanatorio en Zamora ciudad. El viaje fue bien, pero mi amigo se desmoronó un poco al encontrarse con los padres de nuestro amigo. He de decir que yo no había tenido un contacto tan directo con él como el amigo al que acompañé que ambos habían estado juntos en clase desde el primer año hasta casi el último. Personalmente yo ya llevaba unos cuantos años sin ver a este chico ya que después de ir al instituto se fue con su familia a un pueblo de Zamora que era de donde era la familia originariamente. Es una pena que los compañeros de nuestra juventud desaparezcan de forma tan repentina y a una edad tan temprana. A lo largo de mi vida ya me ha tocado tener que enterrar a unos cuantos amigos y es algo por lo que a ninguno nos gusta pasar pero son cosas que suceden en la vida y las tenemos que asumir como buenamente podemos. Hace unos pocos años, el hermano pequeño de uno de mis mejores amigos sufrió un infarto y no fue capaz de soportarlo, nunca habíamos pensado que ese chico iba a tener un final tan desafortunado con lo buena persona que él era. Fue un golpe muy duro para su familia y para nuestro grupo de amigos que acababa de perder a un integrante muy querido. Esperemos que en los próximos años no tengamos que volver a tener que enterrar a ninguno de nuestros amigos, porque no es plato de buen grado y todavía somos demasiado jóvenes como para tener que pensar en esas cosas pero los accidentes ocurren y nadie está exento de tenerlos.
Sea como sea, más nos vale acostumbrarnos a ir a los funerales porque es ley de vida que nos hagamos mayores y nos vayamos muriendo dejando sitio a los que vienen por detrás.