Las personas diagnosticadas de cáncer pueden ser invitadas a participar en ensayos clinicos con diferentes fines. Uno de los más habituales es para poder recopilar datos e información sobre la enfermedad y su avance. En estos casos se suele pedir al paciente que se realice una serie de pruebas en las que se pueden recoger muestras e información.
Los investigadores recogen todos estos datos y, con ellos, elaboran estudios que les ayudan en sus investigaciones ya que aprenden cosas sobre la enfermedad y sobre las reacciones del cuerpo ante diferentes tratamientos que los enfermos están tomando. Pero no son los únicos que obtienen alguna ventaja con estos ensayos.
A cambio, el enfermo se somete a muchas pruebas que, de otro modo, o bien no se le iban a realizar o bien tendría que costearse de su bolsillo. Además, al poder ser visto por otros doctores además del suyo habitual, dispondrá de otros puntos de vista que siempre pueden aportar cosas nuevas en su tratamiento y que, sin duda, van a ser muy positivos.
Otra invitación relacionada es la de probar nuevos fármacos. Se trata de medicamentos que, tras haber dado muy buenos resultados en diferentes pruebas de laboratorio, es autorizado para ser probado en personas. Pero antes de salir al mercado de forma masiva son unos voluntarios los que se encargan de tomarlo para ver cómo trabaja realmente en humanos, siempre bajo un estricto control médico.
Los investigadores pueden conseguir así la autorización para sacar al mercado un nuevo medicamento que demuestre su utilidad y su buen hacer. El enfermo, consigue ser el primero en beneficiarse de ese medicamento, lo que siempre es muy positivo en enfermedades como el cáncer en la que cada minuto cuenta y es tan importante conseguir tratar a tiempo cualquier tumor.
Evidentemente, también hay el riesgo de que el medicamento falle y no sirva para lo esperado. O incluso de que tenga un efecto secundario con el cual no se contaba. En cualquier caso, el control médico es tan exhaustivo que ante el primer problema se suspenderá el medicamento y se le dará al enfermo el tratamiento alternativo para que no pierda tiempo.
Ante una invitación para formar parte de un tratamiento de este tipo, la mejor actitud es darse tiempo para pensarlo, meditar los pros y los contras, preguntar todas las dudas y, tanto si se dice que sí como si se dice que no, que sea por un deseo real y no por presiones.