Que la casa de mis suegros necesita una reforma lo sabe todo el mundo, incluso ellos mismos, pero hasta ahora nunca habían mostrado la determinación de ponerse manos a la obra. Consideraban que no merecía la pena, que era mejor esperar, etc. La verdad es que no sé muy bien si la intención que tienen es de venderla tras la reforma o seguir viendo en ella, y tampoco es asunto mío, pero como todo lo relacionado con las rehabilitaciones me interesa, he aguzado el oído para ver cómo van las cosas.
De momento, ya se han puesto en contacto con varias empresas de reformas integrales para empezar a considerar opciones. Lo más importante que tienen entre manos, no cabe duda, es la cocina. Se trata de una cocina que nunca ha sido reformada desde que se construyó la casa, hace casi 40 años. Un contratista amigo de la familia que fue a la casa admitió que lo de la cocina “será caro” si pretenden que quede bien y moderno.
Además de que la cocina nunca ha sido reformada, hay que tener en cuenta algunos problemas como los restos que aun quedan de un conato de incendio y algunas humedades en una de las esquinas. También se ha valorado la posibilidad de cambiar varios electrodomésticos e incluso trasladar la lavadora (que ahora mismo está en la cocina) a otro espacio para dejar sitio al deseado lavavajillas.
¿Y el resto de la casa? Para mí, el gran problema de la casa de mis suegras es la falta de luz natural. Además de ser un primero, tiene una terraza que tampoco facilita la entrada de luz y los edificios de al lado están demasiado cerca. A veces uno tiene la sensación de estar en una cueva, con ogros y todo, cuando entra en casa de mis suegros.
Ellos también son conscientes de este problema y han hablado con algunas empresas de reformas integrales para ver si pueden hacer algo al respecto. Tampoco se trata de algo sencillo, pero podrían intentar eliminar la terraza, ampliando el salón y la cocina para que entrara la luz de forma más directa. Veremos qué hacen al final.