Cada vez escucho a más gente decir que no les gustan las Navidades. Dicen que es una época falsa, consumista en la que la celebración religiosa ha pasado a un segundo plano o ni existe. Al final se trata de comprar regalos, gastar mucho dinero en comida y reunirte con los familiares, muchos de los cuáles no apetece ver en absoluto.
Así que al final todas las Navidades se parecen demasiado unas a otras. Y si une se pone a pensar que sucedió en la Nochebuena del año anterior, es difícil recordar. ¿Qué comimos? ¿Vino mi hermano o no? ¿Discutimos de política, de fútbol o de las dos cosas?
A veces uno acaba deseando que pase algo original para que la Nochebuena vuelva ser como cuando éramos niños, un día alegre que esperabas durante bastante tiempo. Pues bien, esta última Nochebuena mis deseos se hicieron realidad. Fue una Nochebuena inolvidable, con bomberos y todo…
Todo iba bien hasta un poco antes del discurso del Rey. De hecho, estábamos hablando del tema ya que la situación en España ha cambiado mucho en las últimas elecciones, lo que también nos sirvió para discutir un buen rato. Quizás fue que nos acaloramos mucho y los encargados de freír el gambón se despistaron. Entonces empezó a oler a chamusquina.
La sartén estaba ardiendo, y el fuego se había extendido un poco por el armario y amenazaba a los estores para cocina que están en las ventanas. La cosa no pintaba bien y a alguien se le ocurrió la buena idea de utilizar agua para apagar el fuego, cosa que lo reavivó más. Al final utilizamos una gran manta.
Por suerte, el fuego solo afectó a parte del mueble, quedando los estores para cocina a salvo, porque de haber ardido, probablemente hubiésemos tenido un incendio con todas las de la ley. Pero hubo que llamar a los bomberos para que se ocuparan del humo. Todos los presentes tuvimos que salir de la casa porque había bastante humo y es peligroso, sobre todo con niños. Al final, nadie pudo ver el discurso del Rey, pero creo que no nos perdimos mucho.
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